FAMILIAS EN CONFLICTOS MUY ELEVADOS
Y ALTAMENTE JUDICIALIZADAS

“Se ha reportado que en EEUU, alrededor del 15% familias en situación de conflicto los padres continúan enzarzados en situaciones de alto conflicto tras la separación, y que estas familias utilizan aproximadamente el 90% de los recursos y la atención en juzgados (Coates et al., 2004). En España se estima que estos casos superan el 10% de las rupturas que se dirimen en los juzgados de familia (Capdevila, 2015)..

Diferentes estudios han situado entre el 5% y el 12% el porcentaje familias en conflictos muy elevados y altamente judicializadas tras los primeros años de divorcio, (Fischer, De Graaf, & Kalmijn, 2005; King y Heard, 1999; Maccoby y Mnookin, 1992). 

Estos mismos porcentajes en conflictos en el matrimonio, citan Mitcham-Smith y Henry (2007) al referirse al número de parejas que entran en un ciclo perpetuo de alto conflicto y que utilizan los juzgados como medio para el mantenimiento de sus controversias, entrando en un círculo vicioso que satura los tribunales, supone una enorme carga económica a los progenitores y contribuye al mantenimiento de la percepción de la pareja como un enemigo, dificultando la posibilidad de establecer una comunicación positiva.

Como ya he señalado, diversos autores (Amato y Keith, 1991; Emery, 1999; Hetherington, 1999) han afirmado que los niños que más sufren son los que, además de enfrentarse a la ruptura familiar, se ven sometidos a estos conflictos interparentales que perduran tras el divorcio. El peor efecto del mantenimiento de esta situación es el que sufren los menores al verse posicionados de forma continuada en el centro de los enfrentamientos entre sus padres (Kelly, 2002; Kirkland, 2004; Ramsey, 2001; Weins tein, 1997), propiciado porque, frecuentemente, el niño es el último enlace inter-progenitores para el mantenimiento de las disputas (Emery, 1999; Wa gerstein & Corbin, 1999).

Pascual Ortuño (2013), Magistrado de la Audiencia Provincial de Barcelona, reflexiona:

«Una problemática cuya gravedad pasa muchas veces inadvertida: la del sufrimiento de las familias en el conflicto en una erronea gestión de la ruptura de sus relaciones de pareja. Entre estas personas hay muchos niños y niñas que se ven arrastrados a vivir la angustia de tener que odiar a uno de sus progenitores para rendir tributo de fidelidad al otro. Un nefasto panorama en el momento de su despertar a la vida que vá a marcar para siempre. Una pesada carga que arrastrarán toda su existencia y les condiciona negativamente su personalidad y su capacidad para relacionarse en el futuro.»

La pareja parental puede fracasar de muchas maneras en el ejercicio de las funciones nutricias y, algunas de ellas, no implican necesariamente una afectación con la conyugalidad. Es, por ejemplo, el caso de las deprivaciones (Linares y Campo, 2000) en las que unos padres bien avenidos entre sí descuidan algunos aspectos de la nutrición relacional de sus hijos, no valorándolos suficientemente, rechazándolos, exigiéndoles en exceso, etc. Otros padres, sumidos en el caos de una relación multiproblemática, pueden cotizar a su vez a los hijos, fracasando en funciones básicas de protección. Pero ninguna de estas modalidades de familia tiene una presencia relevante en las parejas con rupturas altamente conflictivas. 

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Curiosamente, el grueso de las mismas está formado por progenitores que, razonablemente interesados por sus hijos en primera instancia, pierden el norte con ellos secundariamente bajo el impacto de la crisis conyugal, la dificultad para resolver sus conflictos conyugales les hace buscar aliados, eventualmente entre los hijos, que así quedan atrapados en trampas triangulodoras, esta es la disfuncionalidad familiar que más repercusiones tiene en los divorcios conflictivos

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14 Tipos de conflictos en Separaciones o Divorcios

(conflicto en las familias)

Entre los tipos de familias en conflictos muy elevados que podemos encontrarnos y siguiendo el modelo propuesto por Bolaños, estarían:

Los que surgen por la lucha por la custodia, régimen de visitas, uso del domicilio conyugal, pago de pensiones. 

1. Conflictos de lealtades

Cuando los hijos se ven presionados por sus progenitores en aras a conseguir el apoyo de los hijos a favor de uno y en contra del otro. Pueden aparecer acusaciones mutuas sobre el motivo de tal comportamiento en los hijos. Generalmente los hijos suelen rechazar al progenitor con el que no conviven, aunque se han visto algunos casos en los que no sucede así, incluso en casos de custodia compartida puede aparecer el rechazo hacia un progenitor. 

2.Conflictos por ausencia de un progenitor

Puede llegar a ser de varios años, por lo que para reiniciar esta relación perdida sería también necesaria una intervención y pautas de acercamiento.

3. Conflictos de invalidación

En los que un progenitor acusa al otro de malos tratos hacia los hijos, abusos sexuales o cualquier otro tipo de comportamientos graves con el propósito de impedir la relación de los hijos con un progenitor.

No es difícil ver cómo una pareja puede enfrascarse en la búsqueda del «motivo de sus desavenencias» enredando, para ello, a otros familiares, amigos, abogados, jueces, psicólogos, etc. 

Desde un punto de vista psico-social el origen del conflicto no puede ubicarse en una única causa, encontrándonos con: 

4. Conflictos psicológicos

Son privados y personales y, seguramente, los factores más importantes de los desacuerdos en el divorcio: decisión de separarse, motivo de la ruptura, conductas contradictorias, ajuste desigual a la ruptura, etc.

5. Conflictos comunicacionales

Ya que el conflicto no existe sin un canal de comunicación y este puede venir definido por la persistencia de conflictos previos no resueltos, la ineficacia comunicativa, uso de estrategias inadecuadas e impedimentos estructurales (barreras comunicacionales, envío de mensajes, uso de terceras personas, etc.).

6. Conflictos que afectan a las decisiones sobre los hijos y las propiedades

Como el adoptar una posición erguida, la incompatibilidad de intereses y necesidades, recursos limitados, conflictos de valores estilo de vida, religión, educación).

7. Conflictos sistémicos

Que sobrepasan a la pareja y pueden servir como expresión de la disputa y, al mismo tiempo, ser generadores de ella, afectando al sistema familiar y legal.

En ocasiones nos encontramos con parejas en conflicto que deciden separarse cuando el alejamiento emocional se encuentra ya en un estado avanzado por lo que la ruptura sólo significa un nuevo paso en dicho proceso. En todo caso, no es fácil cumplir con todos los requisitos para una «buena separación o divorcio» y, a veces, es inevitable ciertos niveles de conflicto.

COINCIDENCIAS-Y-DIFERENCIAS-ENTRE-LA--COORDINACIÓN-DE-PARENTALIDAD-Y-LA-MEDIACIÓN-FAMILIAR

8. Parejas semidesligadas

Cada miembro ha evolucionado por separado previamente a la ruptura y suele haber un bajo nivel de conflicto, aunque pueden aparecer posteriormente, cuando se deben tomar decisiones con respecto a los hijos o por temas económicos, lo que podría indicar la existencia de vínculos emocionales no resueltos entre la pareja.

9. Conflictos de “puertas cerradas”

Evitan la confrontación directa y se refugian, física y psicológicamente, en el silencio que puede indicar rechazo, ira, frustración, pero tras el que existen síntomas de apego, dolor profundo y miedo al abandono y esto puede transmitirse fácilmente a los hijos.

10. Batalla por el poder.

La separación puede constituir un intento de desequilibrio del poder dentro de la familia. El que siente que ha perdido más durante la vida en común, puede reaccionar luchando por conseguir una posición dominante en el proceso, utilizando armas como la culpabilización del otro, la utilización de los hijos o la explotación de ventajas legales en el juzgado.

11. El enganche «tenaz».

Cuando uno de los cónyuges intenta que la ruptura no se produzca, utilizando el chantaje emocional, intentos de suicidio y autolesiones, provocando el regreso del que ha decidido la separación con intentos de reconciliación que suelen durar poco tiempo, provocando a veces más dolor y enfado.

12. Confrontación abierta.

 Las parejas pueden sentirse emocionalmente afectadas y humilladas cuando se dan agresiones verbales de forma totalmente inusual, haciendo que el conflicto puede llegar a ser tan intenso que cada vez que hay una discusión se produce también una escalada de acusaciones y violencia, pudiendo sentir avergonzados por lo que ocurre y, al mismo tiempo, incapaces de controlar sus reacciones.

13. Interacciones enredadas

Parejas que se implican emocionalmente en procurar que la lucha continúe, saboteando cualquier decisión relacionada con su ruptura y reavivando el conflicto cuando hay acercamientos y mostrando resistencia a encontrar y aceptar soluciones, lo que frustra cualquier intento de ayuda legal o psico-social.

14. Interacciones violentas

Cuando hay una situación de maltrato entre los cónyuges y la ruptura puede resultar algo inalcanzable. La conjunción de amenazas y agresiones coloca a muchas personas en un permanente estado de temor e intimidación que va a dificultar cualquier intento de acabar con la violencia o con la relación.

Factores predictivos de la aparición  de familias en conflictos muy elevados

Según Hodges (1986) hay una serie de factores predictivos de la aparición  de familias en conflictos muy elevados y que podrían servirnos como elemento de prevención:

  • Utilización de los hijos en el conflicto parental. 

  • Inicio de nuevas relaciones afectivas por parte de los progenitores 

  • Desacuerdos sobre el cuidado de los hijos.

  • Cambio en el estilo de vida de alguno de sus progenitores tras la ruptura.

  • Resentimientos, sobre todo, en lo relativo a temas económicos. 

  • Irresponsabilidad por parte de uno de los progenitores en el cuidado de los hijos

  • Alto nivel de conflicto parental

  • Lucha por la custodia.

  • Presencia de patología en alguno de los progenitores que afecta a la actividad parental. 

  • Necesidad de castigar al otro progenitor. 

  • Percepción de que el otro no es un buen progenitor (alianza parental problemática).

  • Hostilidad intensa, abierta, continuada, entre progenitores, interacciones agresivas y centradas en la coparentalidad. 

  • Denuncias mutuas por incumplimiento del plan de parentalidad. Alegaciones de abuso físico o sexual en las que el juez/a ha cerrado o sobreseído el caso.

  • Cuando hay graves impedimentos en las relaciones entre un progenitor y sus hijos, o cuando pretende alterar el vínculo materno/paterno filial. 

  • Cuando hay abusos de sustancias o problemas de salud mental.

  • En casos en los que ha podido haber violencia familiar o de género”.

Referencias:

Vázquez N., Tejedor A., et. al. (2018) Manual de coordinación de parentalidad. (pp. 56-61) España: EOS Editorial. 

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