El divorcio representa un evento vital potencialmente estresante que puede tener repercusiones significativas en el desarrollo emocional, conductual y social de niñas, niños y adolescentes (NNA). Si bien la separación conyugal no implica por sí misma un desenlace negativo, los efectos adversos aumentan notablemente cuando el proceso está acompañado de altos niveles de conflicto, inestabilidad en el entorno y ausencia de estrategias parentales funcionales.

Desde la Asociación Nacional de Psicología Jurídica (ANPJ México), promovemos la reflexión y el análisis de estos escenarios, resaltando la necesidad de intervenciones especializadas desde la psicología jurídica y forense que garanticen el bienestar de los NNA en contextos de ruptura familiar.

Efectos psicológicos más frecuentes en NNA tras el divorcio

Numerosas investigaciones han documentado las consecuencias del divorcio sobre el ajuste psicosocial de los menores. Algunos de los efectos más reportados incluyen:

  • Alteraciones emocionales: ansiedad, síntomas depresivos, sentimientos de culpa, miedo al abandono y disminución en la autoestima.

  • Dificultades cognitivas: confusión respecto a los roles parentales, distorsiones cognitivas sobre la responsabilidad del divorcio, y menor capacidad de concentración.

  • Problemas conductuales: regresión en el desarrollo (enuresis, chuparse el dedo), conductas oposicionistas, irritabilidad y, en algunos casos, actos de agresión.

  • Aislamiento social: dificultad para generar vínculos de confianza, retraimiento, y conductas evitativas frente a entornos escolares o sociales.

  • Impacto académico: desmotivación, bajo rendimiento escolar, dificultades de atención sostenida y aumento del ausentismo.

La severidad y duración de estos efectos dependerán de múltiples variables: la edad del NNA, su red de apoyo, el estilo de crianza preexistente, su nivel de resiliencia, y la presencia o ausencia de un vínculo seguro con al menos uno de los cuidadores.

“Los menores expuestos a conflictos entre los padres, antes, durante y después del divorcio, enfrentan un mayor riesgo de experimentar trastornos emocionales y conductuales producidos por los cambios en las rutinas diarias, el cambio de escuela, el cambio de disciplina y las visitas a otra residencia (del padre no custodio).
El contexto crea un caldo de cultivo para que los cónyuges traten a los menores como peones en su batalla legal: reciben presiones, coacciones o mensajes contradictorios; la hostilidad entre los padres se recrudece, con dolor y confusión para los niños, al grado de que puede aparecer un conflicto de lealtades.”

Jiménez Gómez, Sánchez Crespo & Ampudia Rueda, 2018

Rol de la psicología jurídica y forense

Ante este panorama, el papel de las y los psicólogos jurídicos y forenses se torna fundamental, especialmente en procedimientos de custodia, visitas supervisadas, mediación familiar y elaboración de peritajes psicológicos. Algunas de las intervenciones recomendadas incluyen:

  • Detección e intervención temprana: identificación de signos de malestar emocional y conductas de riesgo desde los primeros momentos de la separación.

  • Terapia individual y familiar: abordaje del duelo por la separación, validación emocional, reestructuración cognitiva y fortalecimiento del vínculo con figuras parentales.

  • Orientación para la coparentalidad: trabajo con ambos progenitores para fomentar acuerdos funcionales centrados en el bienestar del NNA.

  • Mediación y coordinación de parentalidad: herramientas jurídicas y psicológicas que permiten reducir el conflicto y facilitar la toma de decisiones en beneficio del menor.

Es imprescindible también considerar la historia personal de los adultos implicados. Muchos progenitores replican patrones de vinculación aprendidos en su infancia, lo cual puede dificultar la elaboración de su propio duelo por la separación y limitar su capacidad de contención hacia los hijos. Una intervención efectiva debe contemplar esta dimensión para evitar la transmisión intergeneracional del conflicto no resuelto.

Conclusión

El divorcio no tiene que ser necesariamente un evento traumático. Cuando es acompañado por una red profesional capacitada, estrategias de intervención adecuadas y un enfoque centrado en el NNA, es posible mitigar su impacto negativo y promover una adaptación saludable.

Desde ANPJ México reiteramos nuestro compromiso con el desarrollo de prácticas basadas en evidencia, empáticas y preventivas, que fortalezcan la labor de las y los profesionales que trabajan por la justicia y el bienestar infantil.


📝 Referencia bibliográfica:
Jiménez Gómez, F., Sánchez Crespo, G., & Ampudia Rueda, A. (2018). Evaluación psicológica forense: La custodia de los menores. Editorial El Manual Moderno.
📖 Disponible en Google Books:
https://books.google.com/books/about/Evaluaci%C3%B3n_psicol%C3%B3gica_forense.html?id=aK1ZDwAAQBAJ

Atentamente,
Equipo Editorial ANPJ México
Impulsando el conocimiento para fortalecer la justicia

P.D. Como profesionales, no solo observamos los efectos del conflicto; tenemos la posibilidad de intervenir, de orientar y de reconstruir. Cada evaluación, cada sesión y cada palabra son una oportunidad para proteger lo más valioso: la estabilidad emocional de quienes aún están en formación.